NOTA.- Esta es la versión 2 del texto. Una versión novel de una novela que precisa ser leida por los amigos para corregir incoherencias, erratas, errores y horrores. Se agradece cualquier aportación personal que añada interés al relato. |
Al Sur de La Moraleja – ROAKS
Septiembre 1972
CAPITULO 6.- Después de la fiesta
Para la familia Tenorio la mañana del domingo fue algo distinta a la de otros domingos. Muy temprano Manuel, el padre, subió hasta la entrada de la urbanización en busca de los tíos de su asistenta, mientras el resto de la familia hacía orden en las bebidas y elementos aportados involuntariamente por los Derby a la fiesta. Cuando volvieron hicieron inventario de la devolución y por diferencia valoraron el coste de la reposición. Arturo comentó que, con sus reservas, podían celebrar un par de fiestas más, así que no había ningún problema para regularizar el tema antes que sus señores volviesen de los Estados Unidos. Los viajes a la casa de los americanos fueron bastante menos que el día anterior y a eso de las 11 se había finalizado. Mientras las mujeres ponían en el orden normal el chalet, volviendo todo tipo de elementos decorativos a su estado original.
- Bueno, nos arreglamos un poco y vamos a misa. Hoy probaremos con la misa de Los Dominicos. Creo que será bueno para nosotros y nuestros vecinos mantener cierta privacidad a este respecto – Comentó Manuel, con el acuerdo tácito de toda la familia. De paso facilitarían los comentarios en libertad, a la salida de la misa, de asistentes y ausentes.
De familias católicas, los Tenorio habían mantenido la tradición de la misa del domingo más por agradable rutina familiar que por firmes convicciones religiosas o por sentimiento de obligación. La anterior experiencia social de la Iglesia de las Esclavas, más de exhibición que otra cosa, se apartaba de ese sentido casi relajante que para ellos tenía este acto dominical. A eso de las doce y cuatro, tras bajar por la carretera de Burgos y cambiar de sentido, aparcaban en el amplio aparcamiento del convento a los pies de la torre-campanario, un elemento distintivo que actúa como un hito visual desde cualquier punto de los alrededores y que está coronada por una cruz envuelta en una estructura abstracta de hierro. El Mercedes del coronel Dell estaba aparcado junto con varios vehículos extranjeros, que indicaban que algunos católicos de Royal Oaks estarían dentro también. Entrar en la nave central era bastante espectacular: Sobre el altar, una original celosía de tubos metálicos proporciona una iluminación cenital dramática; la planta de la iglesia está diseñada en forma de hipérbola, con el altar ubicado en el centro que separa el coro de la comunidad dominica de la nave de los fieles, creando dos espacios distintos pero unidos. Una impresionante escultura de Cristo crucificado está suspendida sobre el altar mediante cables. Por los vitrales entraba la luz de una bonita mañana de otoño, dando una iluminación y simbolismo especial al espacio del templo. Obra de mediados de los 50, siempre sorprendió a los americanos por su colosal tamaño, no dejaba de ser un inmenso seminario, un teologado de los Dominicos, y por su modernidad. Su arquitecto, Miguel Fisac, la diseñó al poco de acabar con su pertenencia al Opus Dei, lo qué le acarreó no pocos problemas sólo superados por su genio profesional.
La misa transcurría con normalidad en una mañana placida y soleada de domingo otoñal, amenizada por los cantos de los monjes. Algunas feligresas aun tenían la costumbre de cubrirse el cabello, aunque fuese con pañuelos improvisados, como antes del reciente concilio Vaticano, mientras otras chicas jóvenes vestían minifalda. La tranquilidad del momento se rompió con la homilía en la que el cura, dominico, exhorto a la necesidad de la lucha social y, dentro del propio sistema que se decía católico, atender a las necesidades de los obreros.
- Madre mía: no sé si será mejor la guía espiritual de las Esclavas o de los Dominicos – Comentó jocosamente el marido de Carmen a su oído.
Acabado el oficio religioso, los Tenorio saludaron a los Dell que, junto con otras familias de la Base, hacían tertulia en los agradables jardines que rodeaban la iglesia.
- ¡Amigo Manolo!: ¡qué fiesta! Hacía tiempo que no lo pasaba tan bien. Venga que le presento a algunos compañeros. – El coronel Dell lo apartó hacia el grupo de los hombres, seguido de su hijo mayor.
Carmen se dejó llevar hacia el de las mujeres por Diana Dell. Que los Tenorio hablasen inglés facilitaba extraordinariamente la relación con el grupo.
- Fue una fiesta extraordinaria. Hacía tiempo que no lo pasaba tan bien. Y ¡qué invitados! Se nota que estás bien relacionada – Diana había optado por un trato sincero con Carmen y, como la había enseñado Aline, no tener un doble juego. A la larga eso daba confianza en la relación y los mejores resultados.
- Creo que tienes mejores relaciones y más antiguas tú que yo. Lola Flores apareció de improviso y la Condesa de Quintanilla, o de Romanones, creo que también, acompañando a su amiga Betty que es vecina. Respecto a los ministros; sí que no tengo ni idea cómo aparecieron, acompañaría a los subsecretarios que son vecinos y que están siempre en todos los lados. No se – Quiso quitar importancia al tema.
El circulo de las señoras, rodeado de niños alborotadores que jugaban por los alrededores, comentaba las actividades de la semana próxima.
- Parece que estamos en época de cambios. A la llegada del nuevo embajador, unimos la del nuevo comandante de la base. Hemos hecho una bonita despedida a Kay, la mujer del comandante Greget. Quedó estupendo nuestro coro interpretando “Let there be peace on earth” que la dedicamos, se emocionó – Comentaba una de las americanas.
- Formamos parte del Club de Esposas de Oficiales (OWC Officers Wives Club) – Quiso explicar Diana – Este miércoles, el 13 de septiembre, a las 12 será nuestro primer almuerzo de la temporada para recibir a la señora Collins, mujer del nuevo comandante. Tendremos también una exposición de alfombras, tapices y elementos decorativos para comprar.
- Organizamos actos benéficos todo el año. El último antes del verano: hicimos una función de tarde donde la admisión para adultos era de 1 $ o una lata o caja de comida no perecedera para una parroquia del pueblo de aquí al lado.
- Se ve que tenéis una vida social bastante activa – Quiso saber más Carmen.
- ¡Oh!, sí no nos aburrimos. Organizamos también excursiones: este mes vamos a Avila y a Cuenca… Y la liga de bolos… y el torneo de golf. El caso es estar lejos de nuestros maridos y poco con los niños – Bromeó, echando una mirada al entorno de juegos y gritos que había ido en aumento - Este año, además, seremos casi el doble de equipos, por “la adecuación”.
La explicación quedó un poco en el aire para la española, así que Diana no tuvo mucho problema en explicarlo.
- No es ningún secreto que nos estamos retirando de Vietnam y hay un cierto momento de espera para los efectivos destinados en el extranjero, así que en pocos meses hemos pasado casi a duplicar los residentes, de una forma transitoria.
- Tenemos también mercadillos; el de otoño comenzará el viernes. Ponemos a la venta las cosas que no usamos o, si nos vamos a mudar por traslado, lo que no queremos andar acarreando. Puedes encontrar de todo a muy buen precio.
- Hablaré con mi marido y que te consiga un pase de visita para enseñarte nuestro club. Nos reunimos en el Club de Oficiales de la Base – Prometió la señora Dell.
- Me encantaría: no he estado en la Base nunca. El próximo viernes parece que será la inauguración del Club de Tenis de La Moraleja – Carmen quiso conocer qué podían pensar las americanas de sus vecinos.
- No nos tratamos mucho con ellos.
- Hay que subir la cuesta… - El comentario fue recibido con risas, tal vez por la pereza que daba a las residentes salir de su pequeño mundo.
Diana que parecía la más veterana en su trato con los españoles quiso comentar algo.
- Salvo quienes tenemos relación con el personal diplomático estadounidense que vive en tu urbanización, no suele haber mucho trato. Tenemos nuestros propios campos de deportes de baseball, baloncesto, gimnasio, un par de canchas de tenis, la piscina… desde los años 60. Así que sólo subimos para andar un poco paseando por ahí. Supongo que el club de tenis será privado y bastante selectivo.
- Por no decir: ¡americanas no! – Quiso añadir con algo de humor otra de las concurrentes al corrillo de las señoras.
- Ya os diré. Estamos invitados al evento – Comentó la española.
La conversación continuó con temas de niños, colegios, comidas y actividades escolares.
Mientras al grupo de los hombres se unió el dominico que había presidido la misa, quien hablaba un inglés bastante fluido y parecía conocer bien a los militares americanos. Los que hablaban español y le habían seguido la predicación trataron de hacerle alguna broma sobre su homilía.
- Pater: un día se va a buscar un problema con su Gobierno haciéndose pasar por comunista.
- Y a nosotros también: se supone que estamos aquí para protegerles del comunismo – rieron
- Creo que he sido más social que otra cosa…
- Bueno, lo que sí es cierto es que, como sigan así, un día de estos les cierran la emisora. Con el trabajo que llevó que les dejaran emitir.
El convento tenía un estupendo estudio de radio que se inició a imitación de los americanos: si ellos emitían ¿por qué la Iglesia no? En ella se creó una escuela de radio, para evangelizar a través de las ondas, y a la que la doctrina del Concilio dio un impulso. Posteriormente se fueron creando emisoras locales y luego se fusionaron en la red de radio de la Iglesia, la Cadena de Ondas Populares Españolas, la COPE. Técnicamente la cercanía de la Base y sus técnicos tuvieron algo que ver en la pionera emisora de los dominicos.
- ¿Se sabe algo del padre Camón? – Dell estaba informado de los dimes y diretes del vecino pueblo de Alcobendas por su asistenta y la pregunta estaba dirigida con intención al dominico, pues cojeaba de la misma tendencia.
- El arzobispado no se ha tomado muy bien el lío que se ha formado con la dichosa publicidad de la revista. Aunque por lo menos, ya se ha vuelto a integrar en su parroquia. Muy a pesar de su hermano, supongo – Informó el dominico.
Manuel Tenorio estaba totalmente fuera de contexto, como casi todos los demás militares, así que Dell hizo un breve resumen de los hechos.
- En Alcobendas hay dos parroquias: la de San Pedro, la iglesia del pueblo de siempre, que lleva el padre Jesús, y otra en el nuevo barrio obrero, la de San Lesmes, que han inaugurado hace un par de años y la lleva su hermano José Antonio. Alcobendas ha crecido rápidamente en estos años por la emigración desde los pueblos de toda España. Entre las actividades que ha promovido el padre Camón esta un periódico llamado “Nuevo Alcobendas” y que lleva desde enero siendo la comidilla del pueblo. Es “rojo” – Dell se divertía viendo la cara del dominico.
- Dell, es una publicación social. De ahí a rojo, hay un trecho – El dominico permitía la chanza hasta un punto.
- Sea como fuese, los detractores no habían podido demostrar que ninguna publicación fuese contra el Régimen: hablar de la construcción de viviendas baratas, las necesidades urbanísticas, colegios, sanidad, el desarraigo de los pueblos, etc. aparecía en cualquier medio, con mejor o peor redacción o intención. A parte que políticamente, las normas aperturistas en la prensa del ministro Fraga le obligaban a mirar para otro lado y, mucho menos, hacia la Iglesia que claramente se posicionaba en los nuevos barrios con curas jóvenes dispuestos a ganarse al público.
- Dell no somos evangelistas: no tenemos que ganarnos a nadie.
- ¡Teneis la exclusiva!, no me jodas – Los americanos rieron y el dominico, a pesar de su tendencia social, sintió una cierta pulla. Tenorio prefirió poner cara de poker, lo mejor en temas eclesiásticos en un país como aquella España. Dell prosiguió – Al principio del verano, en su afán de autonomía, la publicación había conseguido un buen número de anunciantes locales que veían con buenos ojos estas acciones de un cura moderno y dinámico, alejado del carácter tradicional de su hermano. Desgraciadamente una de las publicaciones era de una corsetería local que reprodujo a toda plana el anuncio que le pasó un proveedor: una señorita en ropa interior con la leyenda “KISS, su busto siempre joven”. Inmediatamente aquello fue un escándalo que obligó a la intervención de las fuerzas conservadoras de San Pedro, a través de su hoja parroquial; el apoyo de las Esclavas, iglesia satélite de San Pedro, y el ayuntamiento en pleno, con detractores y admiradores, y finalmente al arzobispo. Y aquí estamos: don José Antonio se ha tenido que tomar un largo veraneo y esperar a que las aguas vuelvan a su cauce.
A los americanos les pareció una historia un tanto tonta y rieron de buena gana. Los españoles y su orgullo.
- Sí, reíros. Vosotros tenéis todos los meses el Playboy y el Penhouse y esto os parece hasta gracioso. Con venir aquí y confesaros ya lo tenéis solucionado – El dominico intentó subir el tono para que las americanas fuesen conscientes de los pecados de sus maridos, pero estaban a sus cosas y, por otra parte, ellas también eran asiduas lectoras. Kiss nunca éxito en sus exportaciones.
Al cabo de un rato las conversaciones fueron perdiendo interés y las familias fueron agrupándose en sus vehículos hasta que el aparcamiento de los Dominicos quedó vacío.
***
La mañana en la casa de los Gándara había comenzado como todos los domingos. Don Luis leía apaciblemente el ABC desayunando después de haber comulgado, mientras esperaba que su mujer y su hija se levantasen. En las últimas horas, sólo había visto en la lejanía al joven deportista americano estirando, esperando a otros más, y luego salir todos corriendo, un domingo más. Ignoraba que los miembros del equipo de futbol americano perjudicados por las cervecitas españolas del día anterior se martirizarían durante todo el día hasta expulsar la última gota de alcohol. En el ABC había visto los detalles del sepelio del duque de Alba, con toda la nobleza, y los coletazos inevitables del atentado de Munich, ataques Sirios sobre Israel y represalias israelitas que acabarían en un largo reguero de venganzas. La homilía de la misa de 7 y media en Las Esclavas tampoco le había dado mucho consuelo: los curas rojos estaban ya campando a sus anchas en Alcobendas con publicaciones pornográficas y el arzobispado, siguiendo las consignas de Tarancón, nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, limitándose a amonestar y advertir: un escándalo. Luego, en misa de 12, oiría repetir la misma queja. Su mujer fue la primera en aparecer en la mesa para el desayuno.
- Hay que hablar con la niña de lo de anoche. Los dos.
Gándara se limitó a asentir con la cabeza. Casi inmediatamente apareció Ángeles que había preferido vestirse de domingo, a aparecer recién salida de la cama. Aquello no resultaría fácil.
- Buenos días – Dio un beso a su padre y esquivó la mirada de su madre.
- Tu padre y yo queremos saber qué significó lo que vimos ayer en la fiesta de la familia Tenorio.
- Bailas muy bien, por cierto – Luis Gándara se arrepintió de la frase que trataba de quitar hierro al asunto, fulminado por la mirada de la condesa de Guadalmedina.
- ¿Hace tres años que participo en las labores de apostolado de la Obra? – Preguntó la chica
- Puede que algo más… - Respondió su madre
- Pues esas labores las realizo dos veces por semana en el poblado de Valdebebas y, cuando hay que ayudar al prójimo, en el campamento gitano de El Encinar.
La madre quedó petrificada pensando en las miserias que conocería su hija; el padre sintió un gran orgullo por la auténtica fe cristiana que veía en su hija, que le evitaba complicarse la vida con la necesidad de mayores explicaciones, de paso. La madre iba a decir algo, cuando Lucas apareció apresurado por la cristalera de la terraza con el teléfono extensible, con un largo cable enrollado, en la mano.
- Señorita Ángeles, es el padre de la Señorita Mary, el policía americano de El Encinar. Es urgente – La extendió el auricular y dejó en aparato sobre la mesa.
- Ángeles, soy el padre de Mary, ella me ha puesto en contacto contigo – El español con un fuerte acento americano, no era malo – Verás tenemos acá un problema y mis amigos de la Guardia Civil me dicen que tal vez nos puedas ayudar. Tenemos un chico herido y convendría llevarlo a que le hagan una cura. Es del poblado gitano. De momento está en mi casa y lo estamos atendiendo lo mejor que podemos. Ni yo puedo llevarlo a nuestro hospital de la Base, ni los Guardias al vuestro.
- Un momento… – dudó en el nombre que no recordaba – Sargento Smith – Se dirigió a sus padres - Tenemos un herido en El Encinar. Ya sabéis a que me dedico. ¿Puedo contar con el coche y con Lucas para auxiliarlo?
- ¡Desde luego! – Gándara se sintió orgulloso de ser cristiano.
- ¡Anda! – pareció rendirse la madre a la evidencia – Pero no manchéis la tapicería.
Esto le chirrió terriblemente hasta a Luis Gándara que decidió dejar a la condesa por imposible. Ángeles ni lo oyó, con un “vamos para allá” ya salía por la cocina hacía la planta del garaje, seguida por Lucas.
- ¿Se acabaron los secretos con su apostolado cristiano, Señorita?
- Ya lo has oído. Umm tenemos un problema, con las prisas no tengo ni idea de dónde vive Mary.
El chofer se detuvo antes de salir de la cocina en el teléfono de pared, que era la extensión de la cocina, marcó la línea exterior y se comunicó con la centralita de La Moraleja.
- La Moraleja…
- Necesito saber dónde está el cuádruplex de la última llamada que hemos recibido desde El Encinar.
- ¿Eres Lucas? Soy Gertrudis. Un momento…
La operadora consultó su listado de llamadas, comprobó un bonito plano hecho a mano y con un buen número de anotaciones y tachones, y concluyó rápidamente, dando no sólo la dirección sino la forma más rápida de llegar desde “La Gitana”, antes “La Bruja”, hasta la casa del Sargento Smith.
- ¡Qué no sea nada! – Concluyó la operadora.
- Eso esperamos. Ya te cuento luego – Lucas salió a la plataforma de hormigón del garaje en busca del 127
Ángeles estaba algo aturdida, por la sencillez de las explicaciones a sus padres, por haberse quitado de encima un secreto bastante idiota sobre una labor buena y nada reprobable y, finalmente, por comprobar fehacientemente que les escuchaban las conversaciones telefónicas.
En diez minutos el 127 rojo, eso aliviaría el ensuciar la tapicería, estaba en casa de los Smith. El coche patrulla estaba mal aparcado, con las prisas. Según entraron en la casa, cuya puerta estaba abierta, se encontraron a la familia alrededor del sofá donde estaba un niño al que había hecho alguna cura, vendándole, y que no dejaba de llorar. Cuando vio a Ángeles parece que se tranquilizó un poco.
- ¡Hay, Señorita!: llame a mi “máma” – El acento gitano era innegable en el pequeño.
- No te preocupes que ahora la aviso, pero lo primero es que te vea un médico – El chico pareció calmarse. Hasta ahora, en la última media hora, todo lo que le había rodeado eran un montón de personas hablando en inglés que le asustaban y muchas de ellas vestidas con uniforme militar que tampoco ayudaba a darle ánimos.
Smith hizo un aparte con Ángeles, a quien habló en inglés:
- El crio estaba en el basurero buscando cosas. Ya sabes que procuramos no tirar nada que les sea útil, pero lo que para nosotros no lo es a ellos les parece un tesoro; sobre todo si son objetos americanos que aquí no hay. Aprovechando la mañana del domingo hay bastantes compañeros que salen de caza con sus escopetas por los montes cercanos y se ve que alguien no se ha alejado lo suficiente y ha disparado en la primera vaguada a algo que se movía y pensó que era un conejo. Lo vamos a dejar como un accidente, para evitarnos líos – Smith y los Guardias Civiles agradecerían su colaboración, había que interpretar - Se ha llevado una buena perdigonada, lo hemos limpiado y vendado para que no pierda demasiada sangre en lo que lo asisten – No dejaban de ser militares con una cierta idea de las complicaciones de su trabajo.
Desde el inicio de la urbanización un eficiente servicio de limpieza se encargaba de recoger los desechos y llevarlos a incinerar y enterrar en las vaguadas contiguas hacia el este del complejo, justo más allá de las ultimas construcciones de las que formaban línea con la casa de los Smith, camino de la Base por la puerta posterior. Cuando se hacia el relleno de una vaguada, se apisonaba y se igualaba, y se comenzaba con la siguiente. El Nuevo Campo de Golf de La Moraleja puede decir que tiene uno de los sustratos naturales mejores de España.
Ángeles hizo las gestiones telefónicas con los médicos del dispensario y afortunadamente uno estaba de guardia en La Paz, así que harían un ingreso de urgencias sin muchas preguntas para un niño que llamarían Juan Jimenez Jimenez y ya les estaba esperando. Entre todos llevaron al pequeño al asiento trasero del 127 como mejor pudieron y partieron. Mary iba a decirle a Ángeles que pensaba llamar a Manolo para quedar por la tarde, pero en medio de aquella situación la pareció que no venía a cuento.
Apenas el utilitario tomó la salida hacia la carretera de Burgos camino del hospital, los Smith se comenzaron a preparar para salir hacia los oficios religiosos en el cine de Royal Oaks. Hoy el matrimonio vestiría más de sport porque luego les esperaba un día estupendo en Madrid: comida en Casa Botín, copas de sobremesa en Chicote y luego pasar la tarde -noche y bailar en el Florida Park y acabar en la discoteca Cerebro, con otros amigos. Un día por todo lo alto gracias a las quinielas a las que se había aficionado el Sargento, sin saber nada de futbol, y que le daban estas alegrías de vez en cuando. La mañana había comenzado torcida con el accidente del chico, pero todo volvía a su cauce. Mary aprovechó que sus padres se preparaban en su habitación para pedir a la telefonista conexión con la extensión 111, fácil de recordar.
- Buenos días. Soy Mary Smith, me gustaría hablar con Loló – El español fue muy bueno, si no fuese por el Lolo afrancesado acabado en o.
- Buenos días, soy su madre. Un momento, ahora le llamo que está en el jardín. Nos vamos a misa – La madre quería que la cosa no se alargase.
- Hola, Mary. ¿Qué tal estas?, ¿te gustó la fiesta?
- ¡Oh, mucho! A mis padres también, queríamos daros las gracias. Fue muy divertido. Ellos hoy van a seguir la celebración en Madrid: comida, copas, baile… les ha tocado la “lotería del futbol”, eso del 1X2. ¿Te apetecería pasar la tarde conmigo?
Manolo se quedó un poco sorprendido por una invitación tan directa. Pero su madre le llamaba desde la puerta indicándole que abreviase, así que tiró por lo recto.
- Sí, claro. ¿Cómo no? – Un poco de entusiasmo en la contestación no venía mal.
- Ya sabes el camino. Cuando quieras, baja – Sonó como un beso y se cortó la comunicación.
- Vaya te has quedado un poco atontado. ¿Te pasa algo? – Carmen leía la cara del muchacho.
- No. Nada, esta tarde han quedado los americanos y querían saber si bajaría a pasar el rato con ellos – Quedó bastante convincente, aunque a las madres nunca se las engaña del todo.
***
Había quedado una hermosa tarde de domingo de otoño. A eso de las cuatro y media, sonó el teléfono y Manolo corrió por todo el pasillo para descolgarle antes que despertase a toda la familia que dormitaba la siesta por toda la casa.
- ¡Dígame!
- Loló, ¿es que no piensas bajar? Llevo esperando ya un buen rato – Se la oía en un francés rápido y enfadado.
- Pero… es pronto, casi acabamos de comer.
- ¡Ah! Dios: en Royal Oaks es media tarde… ¡baja ya! – y colgó.
Carmen acababa de finalizar las tareas de la cocina – seguro que todas las americanas tienen lavaplatos, pensó – y se disponía a relajarse en el salón.
- Me voy – Manolo trató de no dar más explicaciones y evadirse
- ¿La francesita? – Carmen quiso burlarse un poco y saber quién llamaba
- Es canadiense… norteamericana. Bueno, sí: Mary
- Procura ser un chico bueno y obediente. No te quiero detenido por el sheriff del barrio – Le dio un beso.
La bicicleta y la cuesta abajo situó a Manolo en unos minutos en la puerta de la casa de Mary. Esta disfrutaba de la tarde sentada en el porche del cuádruplex bebiendo una cerveza, aunque oficialmente no debería. Vestía con zapatillas de tenis rojas, calcetines blancos, un suéter blanco con una pechera en forma de V con una gran "M" roja bordada y una faldas plisada roja muy corta que, sentada en su cómoda mecedora, dejaba ver unas piernas muy largas. También se notó que llevaban ropa interior roja y sedosa que no tuvo inconveniente en mostrar al recibir a Lolo. Ser un chico bueno y obediente
- Deja la bicicleta apoyada en la pared en la parte de atrás, bajo la primera ventana que veas. Estamos solos, no hay ningún vecino: todo el mundo parece que tenía algo que hacer en la Base o en Madrid.
Manolo siguió las indicaciones, se había dejado la cadena en casa y eso facilitaba el problema de ponerla o no. Volvió junto a la mesita de la entrada, donde lo esperaba de pie Mary, con la puerta abierta de la casa. La falda era provocativamente corta y el suéter la quedaba pequeño también. Pensaba dar las buenas tarde, un hola, un algo… pero la chica se lanzó a su cuello y comenzó a besarlo. Los labios estaban cálidos y húmedos, cayó en la cuenta que la notaba algo distinta porque estaba maquillada y se había dado carmín rojo en los labios, a juego con la falda. Tímidamente Manolo comenzó a responder a los besos y caricias de ella, abrazándola allí mismo en la puerta. La quietud de la tarde y el silencio de no tener a nadie a la vista en medio del campo, daba mucha tranquilidad a dejarse llevar así. “Se un chico bueno y obediente”, recordó el consejo de su madre.
- ¿Te gusta mi vestido?: me lo he puesto espacialmente para ti. Es mi último uniforme de animadora. Lleva la M de High School Madrid, las niñas ahora llevan la T de High School Torrejón. Me está un poco pequeño, ¿verdad? – Manolo se limitó a sonreír con una cierta malicia que su compañera advirtió - ¿Te gusta?
- ¡Oh, sí!
Manolo se dejó llevar y Mary le hizo seguir el trazado de la letra M, haciéndole acariciar los pezones en su recorrido. Siguieron jugueteando en la puerta un rato, no había prisa. El sol del atardecer aportaba además un calorcito adicional. Cuando ella se sintió recibida, pensó que era bueno tranquilizarse un poco para tener una bonita y larga tarde y noche, en lo que volvían sus padres.
- Ven siéntate, te he sacado una cerveza. No tengo vino, hubiese estado mejor – Le indicó la segunda mecedora junto a la mesita de la entrada – Ayer estuvo muy bien vuestra fiesta. ¡Cuánta gente! e importantes. Mis padres no han dejado de cotillear sobre todos los asistentes: que si ministros, que si cantantes, que si nobles… Habéis causado sensación. Además, en colaboración con la Guardia Civil, mi padre tiene la misión de “prestaros especial atención”: supongo que porque tu madre es secretaria de Franco o algo así.
- No, no es tal cosa – Manolo había llegado a la conclusión que las leyendas de La Moraleja o El Encinar eran la realidad para sus moradores y no había forma de combatirlas – Trabaja para el Almirante Carrero, con muchísimas más personas, en la oficina de la Castellana.
- Pues eso, es secretaria de Franco – La deducción era bastante lógica, aunque simple. Manolo dejó de combatir la leyenda y pensó en la mejor forma de convivir con esa historia y no salir perjudicado – Y los Smith tenemos la misión, como ciudadanos estadounidenses, de “prestaros especial atención” – Mary apartó la mesita y juntó las dos hamacas. Le pidió a Lolo que se incorporase un poco y le cogió la mano que introdujo bajo su suéter, llevándolo hasta uno de sus senos. Aquello empezaba a ir un poco rápido para el chico, se ruborizó y comenzó a sudar instantáneamente. Mary lo notó de inmediato.
- No has tocado nunca el pecho a una chica – No le dejó contestar, le tapó con dulzura los labios con un dedo y luego le besó cálidamente. Era la primera vez que estaba estrenando a un hombre; pensaba que sería como otras veces, pero esto era algo nuevo también para ella – Déjate llevar y déjate hacer. Te digo como me gusta y me dices como te gusta… - Atardecía y sus bellísimos ojos verdes se tornaban casi grises, totalmente seductores.
Comenzaba a refrescar. Siguieron jugueteando en las hamacas un ratito y luego ella se levantó, se arregló un poco y tomando los botellines de cerveza de la mesa, le indicó que era la hora de entrar en casa. Abrió la puerta, siempre estaba sin cerrar, y entraron. La distribución le pareció extraña a Manolo. Muy del gusto americano, supuso. La puerta daba directamente al salón y, en el caso de la casa de los Smith, estaba contigua a un gran ventanal que servía de pared al mismo, dándole una gran luminosidad, ante el cual en un amplio mirador balcón era donde habían estado. Al finalizar la pared del ventanal había una especie de saliente del edificio que coincidía con el comedor, prolongación del salón al fondo del mismo, y a la vuelta estaba el zaguán con dos plazas de aparcamiento sobre el que estaba otra casa de la segunda planta del edificio, con su gran terraza sobre el mismo. El coche patrulla estaba allí a resguardo, mientras la plaza del inevitable utilitario estaba vacía. El salón tenía una tonalidad predominantemente marrón bastante acogedora. El gran ventanal tenía unas cortinas correderas de color beige que Mary cerró después de encender la luz, aunque aún había bastante claridad. El mobiliario era muy español, con sólidos muebles de estilo castellano y sorprendentemente con muchas pinturas de estilo español en todas las paredes; paisajes, retratos de gitanas y personajes… Grandes lámparas de pie y luces indirectas, esto era una novedad, completaban el mobiliario base que por su desgaste y antigüedad se veía claramente que era el mobiliario propio de la casa. Bajo el ventanal un gran radiador bajo corría de lado a lado el mismo y sobre la madera que lo cubría y junto al sofá de la pared del fondo estaba el teléfono. Algunos objetos propios completaban la decoración; jarrones con flores, retratos familiares, el equipo estéreo, una moderna televisión, la inevitable radio de FM que esta vez no estaba encendida y conectada inevitablemente a la Emisora de la Base. Entre salón y comedor una puerta daba acceso a un pasillo. Manolo curioseaba.
- Ven que te enseño la casa – Mary le llevó de la mano – Aquí a la derecha tienes la cocina. Es muy amplia, como ves, y tiene la peculiaridad que comunica con un baño y con una habitación que son los de servicio. Aunque ahora tenemos asistentas, se ve que en los 50 y 60 debía ser bastante habitual tener una criada interna. Ven – Volvieron al pasillo - La puerta del fondo es el dormitorio de mis padres y aquella última puerta de la izquierda es el baño. Esta es mi habitación – Le invitó a entrar – Un momento voy a coger prestadas unas cositas a mi madre.
La habitación de Mary tenía una cama y una mesa junto a la ventana, aunque originariamente era un dormitorio para dos personas. Con los inevitables posters juveniles en las paredes, estaba ordenada; el uniforme de la estación de servicio colgaba preparado de una percha en el pomo del armario empotrado. Sobre la mesa, se veían cosméticos y un espejo, con un pequeño tocadiscos pick-up con algunos discos alrededor. La chica volvió después de pasar por el baño, donde estuvo un rato arreglándose; había retocado el carmín de los labios y se había peinado. Traía unos cuantos discos, una cajita y algo que parecía unas telas transparentes. Cerró la puerta tras de sí y echó el cerrojo, mirando maliciosamente a Manolo.
- No quiero que te escapes. ¿Hasta qué hora estarás? – Dejó las cosas en la mesa.
- Pues hasta las 10 y medía, más o menos. Mañana comienzo el colegio.
- ¡Oh! No – Mary puso una cara muy triste – Esperaba que estuvieses hasta las 12 al menos, mis padres antes de las 2 no creo que vuelvan – Rápidamente salió de su frustración – Umm eso hace que seas un chico afortunado antes de tiempo, supongo. Mira que cositas tengo para ti. ¿Has oído este disco?
En la portada una joven con una profunda mirada. Jane Birkin « Je t'aime... moi non plus ». Manolo se ruborizó levemente: lo había escuchado un par de veces en la emisora de la Base, la primera vez quedó bastante noqueado porque no le quedó muy claro el contenido de la canción; la segunda creyó intuir de qué se trataba, aunque su francés fuese bastante malo. Mary puso el disco en el pickup y comenzó la canción: una vez más envolvió a Manolo con sus brazos y comenzó a bailar, besándolo suavemente.
“Te amo, te amo
¡Oh sí, te amo!
Yo tampoco
Oh mi amor
Como la ola indecisa
Voy, voy y vengo
Entre tus caderas
Voy y vengo
Entre tus caderas
Y me detengo
Tú eres la ola, yo soy la isla desnuda.
Vas, vas y vienes
Entre mis caderas
Vas y vienes
Entre mis caderas
Y yo me uno a ti
Como la ola indecisa
Voy, voy y vengo
Entre tus caderas
Voy y vengo
Entre tus caderas
Y me detengo
Vas, vas y vienes
Entre mis caderas
Vas y vienes
Entre mis caderas
Y yo me uno a ti
El amor físico es un callejón sin salida
Voy, voy y vengo
Entre tus caderas
voy y vengo
Y me detengo
¡No! ¡Ahora vamos!”
Terminada la canción, los jóvenes, en silencio, cogidos de la mano, se sentaron en la cama. Lolo trató de rebajar un poco la agitación del momento, como mejor se lo ocurrió.
- Mi francés, no es muy bueno. ¿Por qué él dice lo de “yo tampoco”?
Mary soltó una carcajada.
- Dice el autor que se le ocurrió escuchando a Dalí decir: "Picasso es español. Yo, también. Picasso es un genio. Yo, también. Picasso es un comunista. Yo, tampoco". Dice haber compuesto una canción que era como la represión de no poder alcanzar nunca el amor físico hasta grados superlativos. El propio tabú del sexo.
La cara de Manolo expresó no saber a qué se refería, Mary lo leyó. Habría que ir despacio, demasiado despacio para lo que ella deseaba en aquel momento. No obstante, la resultaba divertido.
- Esta cajita es para ti – Le dio una caja dorada y violeta con el rótulo “Olla 25 lubrifié”. El chico la abrió y vio unos sobrecitos cuadrados plásticos, sin entender muy bien cuál sería su contenido – Les he conseguido en el BX, una de las cajeras es amiga mía; una española muy graciosa que me ha dicho que soy una chica afortunada por tener un amante español – Lolo comprendió que era una caja de preservativos – Son franceses. Se ve que la Fuerza Aérea desplazada en Europa confía en la calidad local.
- Gracias – Manolo puso un tono divertido, para salir del embrollo.
- Se que en España os es difícil conseguirlos. No quiero compartirles con nadie más; son todos míos y tuyos – Mary le sonrió y le tumbó sobre su cama, comenzando un nuevo ataque apasionado. Lolo comenzó a ser menos pasivo y respondió con igual ternura y pasión.
Atardecía y Mary encendió la lampara sobre la caja que hacía las veces de improvisada mesilla. Hizo una pausa en la amorosa pelea y pidió un momento para ir a por agua a la cocina; aún seguía vestida y sólo había perdido el niky con la M, estaban reconociéndose aún con las camisas puestas. No había prisa. Volvió al poco rato con una botella de agua fresca y un par de vasos. Bebieron en silencio y, nuevamente, ella lo abatió sobre la cama. Ahora volvió a coger la mano del chico y la llevó por debajo de su falda plisada: dónde antes había acariciado un suave tejido ahora no había nada, se había quitado las bragas. Le guio y recordó lo mucho que necesitaba aquella sensación. Habían pasado muchos días, demasiados, desde la fiesta de la piscina y Ronald acariciando torpemente su sexo, cuidadosamente depilado, y luego haciendo el amor salvajemente entre el arbolado sobre las toallas. Con Lolo la sensación era distinta: se dejaba maravillosamente guiar y aprendía rápidamente a darla lo que ella quería, con mucha dulzura. Ahora lo notaba un poco tenso, deslizando los dedos por sus labios; era su primera mujer, sin duda. Eso la hizo sentirse increíblemente feliz. Siguió la guía hasta que comenzó a gemir de placer. Lolo comprendió que había puntos en aquella orografía que exploraban sus dedos más sensibles, si cabía, que otros; ella se lo hizo notar. Tras una prolongada exploración, llegó el clímax y Mary se sintió muy mujer.
- Lolo, quiero más. Mucho más
Sin mayores explicaciones, se puso en pie, cogió la prenda vaporosa de la mesa y salió al pasillo, camino del baño. A los cinco minutos volvió. Vestía la negligé transparente y se había puesto las braguitas rojas que hacían juego con el sujetador. El conjunto era muy tentador. Se apoyó en la jamba de la puerta, lo había visto en alguna película, y espero a ver el efecto en su compañero. Manolo quedó boquiabierto, Mary avanzó hacia la cama y, sin más explicaciones, comenzó a desabrocharle la camisa y el pantalón.
- ¡Quiero que seas mío!, cariño. ¡quiero ser la primera! Luego conocerás a más, pero nunca me olvidarás a mí.
Manolo veía mejorar su francés rápidamente, poca traducción requería aquello. Los jóvenes empezaban a desnudarse uno al otro precipitadamente, dejándose llevar por el deseo. Entonces, primero un destello de los faros de un coche se coló por la ventana, sin las lamas correderas ni las cortinas echadas, luego un motor fue acercándose lentamente. Manolo, no lo apercibió, dedicado a su faena, pero Mery se dio cuenta y se puso en guardia; se recompuso la ropa interior en su negligé y salto de la cama a mirar por la ventana.
- ¡Mis padres! – Miró el despertador de la mesilla – Pero si no son ni las nueve…
Manolo palideció.
- ¡Vístete! Tienes que salir por la ventana, en lo que aparcan el coche en el cobertizo y entran en casa. No te verán.
El chico saltó de la cama, recuperando calzoncillos, pantalones, camisa, … Al mismo tiempo, la chica no tuvo reparo en desnudarse delante de Lolo, quitándose al mismo tiempo negligé, bragas y sujetador, y buscar a tientas bajo la almohada de la cama su pijama, que se puso con rapidez inaudita. Cuando lo hubo hecho, abrió la ventana rápidamente, dio un beso apasionado a Lolo, sonriendo, y lo impulso sobre la mesa, para que saliese por aquella. La dio tiempo a darle la caja dorada y morada y darle otro beso rápido. No había mucha altura y Manolo cayó bastante bien en la blanda arena del pinar. Agachado, no sabía muy bien por qué, siguió la pared de la casa amparado en la oscuridad de la noche y las tenues luces del edificio, dio la vuelta a la esquina y recuperó su bici, justo en el lado opuesto al cobertizo de los coches. La indicación de Mary había sido muy oportuna. Decidió no salir a la carretera y andar entre los árboles hasta cerca de la salida de atrás de la urbanización, a unos cuantos metros de allí.
Los Smith entraron en casa con inusitada alegría y bullicio.
- ¡Mary ya estamos aquí! – Anunció con alegría la madre.
- ¡Guarda a ese chico con el que estás o tendré que detenerle por desacato a la autoridad! – El Sargento veía perjudicado y su mujer lo arrastraba lo mejor que podía.
- Pero ¿cómo habéis venido tan pronto?
- Anda, no preguntes y ayúdame a meter a Smith en la cama. He tenido que traer el coche y no me gusta conducir por la noche por estos barrios, con tan poca luz.
Madre e hija llevaron al policía, en medio de protestas, al dormitorio del fondo y consiguieron dejarlo en camiseta y calzoncillos en la cama. Donde quedó plácidamente durmiendo. Se fueron a la cocina.
- La ginebra de garrafón de El Cerebro le ha sentado fatal… Bueno, y todo lo anterior desde el aperitivo: martinis, rioja, sangría, copazo después de la comida, copa de media tarde… Yo tengo más aguante – La madre río y brindó con un vaso de agua del grifo - ¿Qué tal tu tarde?
- Bien… muy tranquila – La respuesta evasiva no sirvió
- El español… - Guiño un ojo - ¿Te gusta?, ¿ha estado bien?
- ¿Cómo lo sabes? – Protestó la hija, segura que no podía haberlo visto salir.
- Tienes la botella de agua con dos vasos en tu habitación, me has cogido los discos sexys para tu tocadiscos y, también, ropita de esa que me gusta, malamente escondida bajo tu almohada. Espero que al menos me la devuelvas lavada y limpia.
- ¡Eres muy mala!
- No seas idiota, eres hija mía. Yo hubiese hecho lo mismo si se me pone a tiro un español guapo y ardiente.
Mary trató de bajar las expectativas folclóricas de su madre sobre el mito del macho ibérico.
- Es un poco tímido… hay que ir suavemente con él.
- ¡Oh! Eso está bien. Espero que lo disfrutes una larga temporada y, si no es larga, que sea intensa – La abrazó cariñosamente. Las dificultades de relación de su hija con los chicos la habían preocupado por la influencia que tenía en la comunidad ser la hija del sheriff. Manolo sería un elemento externo que facilitaba una relación más sana y con menos problemas para todos, siendo práctica.
La vuelta de Manolo a La Moraleja fue tranquila, hacía frío por la noche y el recorrido final decidió hacerlo andando despacio empujando la bici, para recuperarse físicamente de la huida precipitada y de las emociones de la tarde, por no decir de su recalentón. Aparcó la bici en el murete y entró en casa. Sus padres descansaban viendo la televisión en el salón, pasó a saludarles.
- Qué pronto vienes. No te esperábamos hasta las once o así.
- Bueno, ellos ya sabes que tienen su horario…
- ¿Qué guardas en el jersey? – Preguntó Carmen intrigada por un bulto que sobresalía en el estómago del muchacho. No había tenido mejor idea que guardar la caja de preservativos allí, para coger la bici y salir huyendo.
- Unos caramelos que me ha regalado Mary – Inocentemente mostró la colorida caja. Su padre soltó una carcajada que Carmen y Lolo no supieron interpretar exactamente. Luis, el compañero soltero de Manuel, agradecía que alguien le surtiese de los condones de la Base; que debían ser los mejores del mundo porque no les importaban de América, eran franceses.
- Voy a darme una ducha – Desde la puerta del salón se apreciaba que el chico estaba visiblemente fatigado, aunque contento. Pasó al cuarto de baño y sintonizó la emisora de la base en la radio.
- Los chicos se hacen mayores demasiado pronto – El comentario nostálgico de Carmen indicó a Manuel que su mujer sabía que el sofoco y la alegría tenían un buen motivo – Quedaré esta semana con la madre de Mary para merendar en El Corte Inglés – Dio un beso en la mejilla a Manuel y recordó lo torpe que había sido siempre para ciertas cosas, confiaba que Lolo fuese algo más espabilado.
***
El lunes comenzó con un poco de variación para Carmen, en su pequeño utilitario dejó cerca del colegio de los Hermanos Maristas a Manolo para que una hora más tarde comenzase su nuevo curso. En el viaje desde Alcobendas apenas hablaron y Carmen tampoco quiso saber más sobre la tarde del domingo de su hijo con la americana, al menos por ahora. Siguió Castellana abajo y dejó aparcado el coche en el destartalado garaje próximo al Palacio de … Salía por la rampa cuando se topó con el comandante San Martín.
- Buenos días, Carmen. ¡Qué casualidad! Ya sabe que tengo el despacho aquí al lado – Realmente ella no la sabía y confirmó con posterioridad que los espías tenían su oficina en la calle Alcalá Galiano - La acompaño, he de hacer un par de visitas en su edificio. Me ha contado Juanmari el éxito de su fiesta. No olvide pasarme nota de los gastos el jueves, cuando vaya a despachar con el Almirante. Con una simple hoja con la descripción de los conceptos me vale como recibo, ya me encargo de pegarme con el habilitado de caja. Lo doy por bien empleado. La felicito.
- Creo que hemos empezado con buen pie la relación con los americanos. Parece ser que tienen una asociación de esposas de militares y me han invitado a conocerla, a través de la mujer de uno de los coroneles de la Base. Por otra parte, esta semana se inaugura el viernes el nuevo Club de Tenis de La Moraleja y estamos invitados, con lo que nuestras relaciones con el vecindario progresan también muy favorablemente.
- El viernes nos veremos en la inauguración. Mi mujer está invitada y Juanmari también, así que no me queda más remedio que acudir a la cita con ellos.
- De las personas que he conocido me ha resultado especialmente interesante el tío de nuestra asistenta. Trabaja para un diplomático de la Embajada, que ahora parece estar con el nuevo Embajador, y conoce muy bien al vecindario. Lleva trabajando con ellos toda la vida.
- Muy bien, Carmen. Parece que usted también lleva en esto toda la vida. Ya tiene su primer contacto, seguro que la sirve de buena fuente de información de primera mano. Procure cuidarlo, no le diré que con dinero, pero si puede agradecérselo de mil formas diversas: recomendaciones, entradas para el fútbol, … lo que se la ocurra y vea que es una forma elegante y discreta de responder a sus servicios, naturalmente manteniendo en la más absoluta discreción la misión que la he encomendado. Confío en su buen criterio, en una semana me ha dado pruebas del mismo.
La conversación tampoco dio para mucho más. Llegaron a el acceso lateral del palacio y los Guardias Civiles se cuadraron ante el militar, dieron novedades a Carmen, entregándola el Boletín Verde, y comenzó la mañana.
***
Margot Dell había madrugado el lunes, después de ver partir a sus hijos en los autobuses escolares y dar las instrucciones a la asistenta, había cogido el pequeño coche familiar y había aparcado frente al BX de la Base, aun bastante vacío, para acudir a la peluquería de señoras, próxima a la bolera. La semana se presentaba con muchos actos sociales y la cita previa con la peluquera la había exigido este pequeño sacrificio. Ella se había encargado de cortar el pelo a Diana hasta hacía poco a “lo garçon” con bastante poco éxito, era zurda y las tijeras no eran fáciles; los chicos y su marido eran clientes asiduos de Rufus, el peluquero que pasaba por las casas de Royal Oaks y cumplía con las reglas militares del pelo corto y elegante desde los años 60.
Sobre las diez, Margot estaba perfectamente preparada para sus obligaciones sociales y, después de tomar un café en el “steak house”, que hacía de cafetería por el día, hizo algunas compras en el supermercado, siempre había que aprovechar la mañana en la Base, y salió dirección a la puerta de acceso, aunque antes de llegar a ella tomó uno de los desvíos hacia la derecha, aparcó el vehículo y atravesando una vereda llegó al edificio de Inteligencia, donde los policías militares la sometieron a la rutina habitual y a quienes dejó su bolso y sus joyas, en lo que se entrevistaba con el Teniente Clancy, que amablemente salió a recibirla. Ya en el despacho de Clancy y cerrada la puerta, en la que quedó su inevitable acompañante militar, Margot inició la conversación con su contacto.
- La fiesta de los Tenorio ha sido muy interesante. Creo que Carmen, la secretaria de Carrero, puede sernos un elemento de utilidad.
- Desde luego los que estuvisteis allí lo pasasteis de miedo. Creo que hubo ministros, artistas, flamenco, vino y jamón.
- También estuvieron Aline y Betty… - El comentario fue intencionado, pues a la “nueva CIA” los de la “vieja escuela” les resultaban molestos, salvo cuando les necesitaban por sus contactos o del poder que seguían ejerciendo y que, en muchos casos, los nuevos carecían.
- ¿Crees que estaban por algún motivo o fue casual? – Clancy sabía que Margot era su pupila y no se la podía escapar el detalle.
- Sinceramente, Tom, si estaban allí sería por algo. Parece que Sicre estaba en Marruecos.
- ¡Oh! no qué pesadilla. Marruecos está complicado, el rey ha sobrevido a dos atentados de puro milagro y en el primero Aline tuvo algo que ver para evitarlo, o al menos eso pareció. No nos interesa que tengamos cambios por ahí, de momento la situación es estable con los españoles y sus intereses en el Sahara y si nos quedamos sin rey, los pirados del Gran Marruecos querrán llegar hasta Senegal arramblando con el Sahara español y lo que se les ponga por delante. Mientras mantengamos el apoyo a las tesis españolas, ellos seguirán apoyando nuestros intereses con las Bases.
- Allí tenemos Kenitra, como estación naval…
- No creo que, por mucho tiempo, Margot. Los F-5 del atentado del mes pasado han partido de allí y eso no ha gustado nada a Hassan. Le gustaría habernos visto “más despiertos” con determinados movimientos en las instalaciones que compartimos. La acusación va desde la instigación del atentado a dejar hacer el trabajo a otros.
La Señora Dell puso cara de circunstancias, el estilo de la jugada no la era desconocido.
- ¿Tendríamos algún interés concreto para comenzar a explorar a la Señora Tenorio? – Si había oportunidad de traerla al club de esposas de oficiales o ella se dejaba caer por el nuevo Club de Tenis de La Moraleja, sentía curiosidad por la novedad social del barrio, le gustaría aprovechar la ocasión.
- Estando tan próxima a Carrero… hay algo que nos preocupa y mucho – Clancy ya tenía preparado el tema, evidentemente sin haber pensado en Carmen específicamente. – Estuviste en España en los 50, ¿verdad?, así que te sonará la trágica muerte del torero Manolete, a finales de los 40.
- Lo mató un toro que se llamaba Islero – Era una de esos hechos heroicos que cualquiera que hubiese vivido en España conocía.
- Bien, pues de Islero se trata. Ellos quieren tener un animal que mata.
Demasiado secreto, Margot volvió a su cara de poker. El teniente sacó una carpeta clasificada como secreto y titulada Islero. Ella comenzó a hojearla, mientras escuchaba la explicación; sabía que no podía sacarla de allí y que sería la última vez que vería su contenido, así que trató de hacer una lectura rápida de lo que podía serla útil.
- Creemos que los españoles son capaces, si no lo han hecho ya, de tener su propia bomba termonuclear- Margot miró a Clancy con incredulidad, levantando la vista del sumario de la carpeta- Del incidente de Palomares de 1966 ellos consiguieron información esencial para conocer nuestra tecnología para fabricar bombas de este tipo. Sabemos que se pusieron a investigar, por un lado, y a disponer de los elementos necesarios con ayuda de los franceses. La puesta en funcionamiento este año de la central de Vandellós, de tecnología francesa, ha supuesto un paso adelante en su capacidad de producción y no precisamente corta, podrían ya tener tres o cuatro elementos fabricados. Dentro del Régimen este es un asunto estrictamente militar, así que nadie excepto los militares tienen acceso al tema: tanto es así que se contrató Vandellós a Francia por orden directa del Caudillo, contra los criterios de los ministerios civiles inclinados a soluciones norteamericanas por utilidad técnica esencialmente. Franco lo justificó con su política de no poner todos los huevos en la misma cesta, aunque es de suponer que Islero estaba detrás de ello. Y dentro de la cúpula militar están quienes lo aprueban y apoyan decididamente, como un medio de presión contra nosotros y contra Marruecos, y quienes no están en absoluto interesados en introducir un elemento de desequilibrio en nuestras relaciones.
- Franco…
- Está en lo de siempre, del apoyo inicial al proyecto, ha pasado a frenar la idea, aunque su actual situación de deterioro nos inclina a pensar que todo esto puede estar yendo ya a su aire, impulsado por unos y no impedido por otros.
- Carrero…
- Pensamos que está haciendo lo que quiere Franco: no lo apoya, pero tampoco lo para.
- Carmen…
- Podría aclararnos dónde nos encontramos realmente. De una parte; políticamente, en cuanto a lo que piensa el Almirante, y de otra realmente; si hablamos de un toro de cinco años y quinientos kilos, dispuesto para salir a la plaza, o un becerro, al que tienen que criar para que en cinco años puedan torearlo.
La Señora Dell devolvió la carpeta. Con el resumen de su jefe la valdría y con los nombres de algunos militares y científicos ya tenía trabajo para relacionarse. Siguió la conversación con algunos cotilleos aparentemente intrascendentes sobre la fiesta que Clancy quiso conocer y, siguiendo el ritual, recuperó su bolso y sus joyas a la salida. Atravesó el descampado, recogió el coche y recordó que tenía que echar gasolina, con lo cual desando el camino de salida hacia la estación de servicio, que se encontraba hacia el centro de la base. Mary estaba sirviendo casualmente en ese momento y despachando los cupones y justificantes al mismo tiempo, un poco agobiada.
- Se han ido a tomar algo – Casi era mediodía, entre unas cosas y otras – Y me han dejado aquí con todo este lío – Se notaba que era la novata para atender la cola de coches oficiales y privados que aprovechaban ese instante para repostar.
- Diana me dijo que ayer no estuviste con ellos. ¿De juerga por Madrid con tus padres?
- No – Diana se lo contaría de todas formas – Tuve una cita – Ambas sonrieron maliciosamente.
- Umm ¿Tu español? – Las miradas habían volado durante la fiesta de La Moraleja y unas afirmaban y las otras confirmaban.
- Sí – Estaba bastante orgullosa de “su español”. Sonrió e introdujo la manguera en el depósito inadvertidamente, pero la Señora Dell soltó una carcajada.
- ¡Ah! me lo has recordado. Dile a tu madre que ya he cumplimentado “el formulario”, espero verla esta semana por el Club de Oficiales y dárselo.
La madre de Mary participaba en una discreta encuesta para una amiga norteamericana llamada Shere Hite sobre temas bastante íntimos: las relaciones sexuales, en todas las edades de la mujer, desde una perspectiva exclusivamente femenina. Las copias del cuestionario habían pasado de mano en mano por las reuniones locales y habían suscitado unas reflexiones comunes sobre maridos, amantes y novios, muy poco halagüeñas: el 70% de las mujeres de la base afirmó no alcanzar el orgasmo durante el coito y pocas recurrían a la autosatisfacción. Eso siendo estadounidenses; las españolas no querían ni imaginárselo, confesando todos los días. Cuatro años más tarde la publicación del informe fue un éxito de ventas y el comienzo de muchas cosas nuevas.
***
La mañana del lunes comenzó para Ronald con un inesperado acontecimiento. Estaba en su taquilla en el primer piso de la Escuela, dejando su almuerzo y cogiendo los libros para la primera clase de la mañana cuando apareció Diana con todas sus pertenencias que había vaciado de su taquilla.
- Me mudo contigo.
No hubo más explicaciones. Comenzó a desplazar las cosas de Ronald y hacer sitio a las suyas. Tras poner orden en el embarullado armario y aunque parecía imposible, todo quedó como a ella le pareció idóneo. Hizo desaparecer unas fotos de futbol y de una pin-up del Playboy que sustituyó por una estampa católica, sin interesarse por el sentimiento baptista del chico. Como colofón le dio un besito, le pidió la combinación del cierre y salió corriendo a su primera clase de la semana a la que llegaba tarde. Las otras chicas quedaron advertidas que Ronald, el atlético miembro del equipo de futbol, tenía una relación formal con Diana, la nueva capitana de las porristas. Una pareja de película. Naturalmente, la mayoría de las chicas se dieron por enteradas y para alguna que otra el deportista pasó a ser objeto de deseo, tentándolo en el futuro de múltiples maneras, sólo para molestar a su novia. Diana, por su parte, dejaba de estar disponible para las bromitas y filtreos de una chica soltera, disponible y deseable, por parte de los muchachos, arriesgándose a un altercado desafortunado con un futbolista. La actividad de la mañana en Habilidades de Gestión de oficina consistió en comenzar el pedido de los anillos de clase para los alumnos de dos últimos cursos y las vistosas chaquetas de deportista ("letterman's jackets") que llegarían después de Navidades. Naturalmente, si llegaban a esas fechas, Diana luciría como colgante el anillo de Ronald y la relación no tendría marcha atrás, al menos por unos meses más.
***
Un par de horas más tarde casi, los colegios españoles empezaban a recibir a sus alumnos de Bachiller un nuevo curso. Manolo había estado andando casi una hora desde que le dejó su madre y poniendo un poco en orden sus ideas sobre la tarde del domingo, Mary y su papel de amante, aunque fuese incipiente. Hacía tiempo que no comulgaba y consiguientemente no confesaba, así que al menos su conciencia de pecador no le importaba gran cosa. Otra cosa sería los amigos. Llevaban diez años en el mismo colegio y, hasta la mudanza de ese curso, en el mismo barrio. Nunca se habían conocido secretos. Qué debía hacer: ¿contarlo?, ¿callarlo?, ¿ver cómo evolucionaba la relación con ella? Por otra parte, sus amigos estaban tan vírgenes como él y las mujeres (el colegio siempre fue masculino, externo e interno, pero masculino), más allá de madres y hermanas, un misterio. Por otra parte, ¿qué mal había en contar que casi se lo lleva al huerto una americana? Como dijo Luis Miguel Dominguín de su primera noche con Ava Gardner: “voy a contarlo que si no es como si no hubiese sido”. Vicente, su fiel amigo, le sacó de sus cavilaciones.
- ¡Tenorio! Que ya no te hablas con los pobres – Un cálido abrazo acompañó al saludo. Lolo pensó en que después de tantos años era raro seguir llamándose por los apellidos – No nos hemos visto en todo el verano.
- Ha sido complicado con la mudanza, cuando he bajado al barrio no tenía tiempo de nada y antes bajamos a Torremolinos, ya sabes…
- ¡Cómo sois los ricos!
- Parece que ya estamos asentados, a ver si subes el fin de semana y te enseño aquello. Aunque casi hay más que ver en los alrededores que en La Moraleja – Manolo sonrió maliciosamente, su secreto no duraría mucho.
- Aquello es campo, calles desiertas y chalets con vallas altas. Donde esté el centro de Madrid…
- Bueno, están los americanos…
- ¿Qué americanos? – Vicente se extrañó. Después de veinte años la existencia de Royal Oaks era un mundo aparte totalmente hasta para los madrileños más cercanos. Excepcionalmente la prensa había recogido alguna mención a su existencia y, salvo el personal de servicio, pocas personas tenían relación con el asentamiento.
- Los de la Base, viven junto a La Moraleja. Es como un pueblo yankee…
Manolo contó emocionado sus descubrimientos y sus nuevas amistades. Vicente le iba a preguntar más concretamente por “las americanas” cuando el “Hermano Verrugas”, el director del colegio, llamó la atención de los asistentes al salón de actos para inaugurar el curso. La disertación, monótona, duró media hora y luego se dirigieron a las aulas, para que los tutores del curso les diesen las instrucciones pertinentes y los horarios. Religión, filosofía, literatura, historia del arte, física, matemáticas, francés, educación física y formación del espíritu nacional aun eran las asignaturas de un curso que al año siguientes sería reemplazado por los nuevos programas de la Educación General Básica (EGB) y el Bachillerato Unificado Polivante (BUP), significase lo que significase esto, de la reforma educativa de 1970, primera de un cambiar continuo que llegaría al siglo XXI y más allá. Puestos ya en harina, tras el recreo de media mañana, la primera asignatura fue lengua y literatura francesa: aquel francés no tenía nada que ver con el que hablaba con Mary. Vicente quedó con la idea que su amigo había conocido a una extranjera y que se entendía malamente en francés con ella y eso que en colegio lo daban desde infantil.
***
Los ordenadores zumbaban en el sótano del Palacete del Marqués de Mudela y las impresoras machacaban los oídos en aquel instante. El lunes había empezado con lío por unos cambios legales “urgentes” que había que incluir en la programación. Lo de urgente era un poco relativo pues habían tenido seis meses para introducirles, pero los de “negocio” no veían la forma más favorable de hacerlo, hasta que el fin del plazo les hizo ponerse de acuerdo en adoptar la primera solución que se les ocurrió hacía cinco meses. Manuel y Luis, viejos zorros, habían programado aquella solución en su día tranquilamente y lo único que hicieron fue pasarla a producción, eso sí, en medio de quejas y protestas por las prisas de última hora y la falta de seriedad de los de “negocio”. Cuando las impresoras comenzaron de forma ininterrumpida a escupir el papel, Luis consideró que era momento de salir a la cafetería más próxima a tomar el tercer o cuarto café de la mañana, así que se pusieron las americanas y se disponían a salir cuando el ujier requirió a Manuel para atender una llamada.
- ¡Amigo Tenorio! Soy Juanmari Peña.
- Hombre ¡que sorpresa!
- No se si le comenté que trabajamos cerca el uno del otro, aquí en la Castellana. Me gustaría que nos viésemos para tomar un café y seguir con la charla del otro día.
- Precisamente, salíamos Luis y yo a desayunar. En el Bar Zurbarán solemos estar.
- Allí nos vemos.
- Manuel y Luis fueron haciendo unas risas sobre la cita con “el espía”. A estas alturas Luis estaba al tanto de que se trataba de un compañero del trabajo de Carmen, sin entrar en mayores explicaciones. El Bar Zurbarán daba buen café, barato y acompañado de una buena plancha de tostadas, cruasanes y porras, así que reunían en bulliciosa camaradería a funcionarios, banqueros, porteros, jefes y becarios de la zona. Convirtiéndose sucesivamente a lo largo del día en cita para el aperitivo, comedor para el plato del día, café de sobremesa, copazo de media tarde y copa de fin de jornada, sin una delimitación clara de los horarios de los parroquianos que, en algún caso, parecían estar siempre allí, también de forma ininterrumpida.
- Buenos días, señores – Juanmari les había tomado la delantera con su impecable y elegante traje de paisano - ¿Qué vais a tomar? – Pidieron a gritos sus cafés y tostadas y, una vez servidos, con inusitada rapidez en medio de aquel alboroto, salieron a las mesas de la terraza, aprovechando que caldeaba la mañana de septiembre.
- En el trabajo – Juanmari fue al meollo – estamos pensando contar con un ordenador para poner orden en el lío de fichas que tenemos. Creo que tú Manolo tienes una cierta idea de cuando hiciste la mili en el Alto Estado Mayor, con aquellas fichas perforadas con las que hemos seguido tirando hasta ahora, por cierto.
- Pero ¿todavía estamos así? Aquello lo inauguró Franco. No se le veía muy convencido del inventó y la verdad es que tenía razón; tenía muy poca utilidad práctica, pero resultaba innovador. Me acuerdo que se llevó una ficha perforada de recuerdo, concretamente la que tenía mis datos y tuve que duplicar.
- Desde la más desinteresada de las opiniones y tomando un café ¿qué nos recomendaríais?
- Sin entrar en cosas que no tenemos que saber y tomando un café ¿de qué hablamos? – Luis se divertía con aquella consulta de “el más alto nivel” con porras.
- Diez mil fichas extensas – Evidentemente no entraría en el detalle, pero era obvio que se trataba de información sobre personas.
Manolo hizo una extrapolación de sus sistemas y, Luis, pensando en su amigo el comercial de UNIVAC trató de barrer para casa.
- Nosotros vamos a por un UNIVAC 1110. Si quereis soluciones de futuro es de lo mejor, aunque esté un poco sobredimensionado sólo para ese volumen.
- Preferimos no trabajar con marcas norteamericanas para nuestras necesidades actuales – Desconfianza o falta de ella venían a ser lo mismo.
- Pues poco os queda. SIEMENS saca el sistema 4004 que estuvimos evaluando, aunque en nuestro caso nos ocurre lo contrario: el Bank of America, accionista del Bankinter, influye en estas decisiones con su experiencia. El 4004 tiene la ventaja de ser compatible con los sistemas IBM 360 que os puede ser significativamente interesante, tiene buena capacidad de memoria y cálculo, si lo precisáis para otras operaciones que no sean propiamente las de la base de datos.
- Tomo nota de vuestro consejo, hablaré con Siemens. Como podéis suponer me ha tocado encargarme del asunto, sin tener mucha idea.
- Ya tienes a quién echarle el muerto, si no te funciona – Rieron.
- Tenemos varias sedes desde las que nos gustaría consultar la información. Eso ¿se puede hacer?, como con las oficinas de vuestro banco.
- Si mal no recuerdo en ese Siemens tienes hasta 48 usuarios remotos simultáneamente, mientras procesa hasta 14 trabajos independientes en modo batch.
- Y ¿para las conexiones? – Manolo y Luis empezaban a darse cuenta que el curso de informática para un militar con graduación iba a requerir sesiones en el Zurbarán de aperitivo, plato del día, café de sobremesa, copazo de media tarde y copa de fin de jornada, varios días.
- Ahí tienes a nuestros amigos de la Telefónica – Luis anotó con letra pulcra en una servilleta el nombre y contacto de su “socio” en la compañía de comunicaciones – Llámalo. Antes le llamo yo y le pongo al tanto de que eres de fiar. Eso te ahorrará el habitual camino institucional de las más altas instancias y luego ya si te convence, lo recorréis con los jefes de uno y de otro.
- Estupendo. Me habéis resuelto la semana y algo más. Pago yo – El militar no dejó que le contrariasen y entró disparado en el local a pagar.
Manuel y Luis volvieron al banco.
- Creo que hemos contribuido a la informatización del Régimen y eso no se si es bueno o malo.
- Parece buena gente, si no le hubiésemos contado una de miedo. ¿No crees?
- Recomendarle un SIEMENS tampoco me parece una contribución a la causa… - Se partieron de risa camino al trabajo con ese chiste de informáticos, incomprensible para todos los demás mortales.
El archivo JANO fue un archivo de información creado por orden del comandante San Martín dentro del Servicio Central de Documentación (SECED). Su nombre proviene de la deidad romana Jano. En la mitología romana, era el dios de los comienzos, las transiciones y los finales. Su simbolismo estaba profundamente ligado a las puertas, los umbrales y los pasajes, tanto físicos como metafóricos. Representado con dos caras, una mirando al pasado y otra al futuro, Jano encarnaba la dualidad del tiempo y la capacidad de ver simultáneamente lo que fue y lo que está por venir. Obviamente su contenido abarcaba tanto a quienes formaban ya parte del pasado del Régimen, y podían tener algún futuro, y quienes podían ser parte de ese futuro.
Se describe como un "fichero gigantesco" de más de 15.000 nombres, aunque el volumen real no se conoce con certeza, que se actualizaba diariamente, incluso trabajando en horario nocturno. Para su funcionamiento, se instaló equipamiento moderno, incluyendo armarios metálicos compactos, para acceder rápidamente a expedientes mecanografiados, con la proverbial eficacia que se remontaba a los tiempos de Felipe II. Ingresando cualquier indicador, como edad, profesión, cargos, o lugar de residencia… en las terminales se podían obtener nombres rápidamente y la ubicación de su expediente completo en los armarios.
La finalidad principal de este archivo era saber "quién era quién" en la vida nacional ante la anticipada transición política. Buscaba recopilar datos sobre personas que, por sus circunstancias políticas, intelectuales, artísticas, económicas, sociales o de cualquier otra índole, pudieran ser de interés tanto por posibles actuaciones subversivas como para su utilización en un sentido positivo en el futuro. La selección de estas personas se basaba en su actuación política presente o futura, ya fuera de apoyo o de oposición. La mayoría de la información correspondía a personas consideradas como figuras de futuro, individuos que, por sus profesiones, interés en la política o relaciones sociales, parecían idóneos para sustentar ciertas bases ante la evolución política.
Superando los cursillos del Bar Zurbarán que sirvieron de introducción, se hicieron sesiones de trabajo en el Alto Estado Mayor para modernizar los bancos de datos a través de nuevos sistemas informáticos que estuvieron relacionadas con la creación y desarrollo del archivo JANO. Incluso hubo una reunión sobre "Ordenadores para la Defensa" que influyeron en la elección del equipo informático para dar servicio al SECED y a la Tercera Sección del AEM.
La información que alimentaba el archivo JANO provenía principalmente de cuestionarios, reseñas de entrevistas, noticias de fuentes propias y ajenas al Servicio, y el examen detallado de la prensa y anuarios, tarea desarrollada por el Gabinete de Lectura. Si bien algunas fuentes externas lo describen con tintes de secretismo extremo e investigaciones intrusivas, otra perspectiva indica que gran parte de la documentación personal era suministrada por los propios interesados. Nada que luego no inventasen las redes sociales.
El archivo JANO rindió numerosos servicios a diferentes áreas del SECED y a otros departamentos y entidades públicas durante la Transición. Su utilidad fue significativa en la selección de nuevos cargos públicos y en el seguimiento de la gestión del cambio político. La sección del archivo dedicada al terrorismo llegó a ser particularmente valiosa, hasta el punto de que la Guardia Civil solicitó el apoyo del SECED para crear un archivo similar.
El "archivo Jano" actualmente sigue siendo mencionado como un supuesto compendio de fichas elaborado por los servicios de inteligencia españoles, que incluiría datos detallados sobre personalidades influyentes de diversos ámbitos, como la política, la justicia, la diplomacia y el empresariado. Este archivo ha sido mencionado en diversas ocasiones por el excomisario José Manuel Villarejo, quien afirma tener acceso a él y haberlo utilizado como herramienta de presión en sus enfrentamientos con el Estado y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), sucesor del SECED. Según Villarejo, el archivo contendría actualmente hasta un millón de fichas con datos personales, localizaciones, vulnerabilidades y posibles "trapos sucios" de figuras relevantes en España, lo cual hace pensar que es un poco exagerado contar con tanta gente con influencias reales. También se mencionan subarchivos específicos, como el denominado "control de togas", que contendría información sobre jueces y fiscales. Villarejo sostiene que este archivo es utilizado para recopilar información comprometedora sobre figuras públicas, lo que podría servir para ejercer influencia o control sobre ellas. Sin embargo, fuentes oficiales niegan la existencia de un archivo tan extenso, aunque no su existencia, cincuenta años después de su creación.