NOTA.- Esta es la versión 1 del texto. Una versión novel de una novela que precisa ser leida por los amigos para corregir incoherencias, erratas, errores y horrores. Se agradece cualquier aportación personal que añada interés al relato. |
Al Sur de La Moraleja – ROAKS
Septiembre 1972
CAPITULO I.- Nuevo en el barrio
Aquella mañana de septiembre aun no hacía frío en las afueras de Madrid, era agradable pasear a primera hora por el campo. Después de unos días de locos colocando todo en su nueva casa, un chalet de dos plantas recién construido, parecía que había una tregua y no había nada que hacer. También influía en esta aparente calma el hecho que sus padres habían comenzado a trabajar aquella mañana, dando por acabadas unas largas vacaciones de verano, y estaba sólo en casa con la asistenta. Daría un paseo para conocer el barrio, bueno “la urbanización”, le costaría algún tiempo acostumbrarse a su nueva vida alejado de su anterior hogar.
- Salgo a pasear, Carmen. Volveré a media mañana. - Carmen contestó a lo lejos.
La casa estaba situada en la zona de las nuevas construcciones de la urbanización, junto al camino principal pero bastante alejada de la puerta de entrada. Desde los años 50 que comenzaron a habitarla sus primeros vecinos, en su mayoría extranjeros adinerados, estos fueron estableciéndose lo más próximos a la entrada de la carretera de Burgos y a la plaza que hacía de lujoso pórtico al recinto y que trató de dar unos servicios mínimos, sin mucho éxito al ser un núcleo bastante reducido y que se abastecía de los vendedores de Alcobendas o de los pedidos a las tiendas de Madrid.
El paseo se hacía cómodo por la desierta calzada, ya que la acera existía y dejaba de existir dependiendo la la propiedad y había muchísimas parcelas aun sin construir, con vegetación y arbolado. Pasó frente al convento de Las Esclavas, de reciente construcción, y su Iglesia y vio algún movimiento de personas que entraban y salían, supuso que feligreses y proveedores. A medida que se avanzaba la vegetación y las vallas dejaban ver menos las construcciones, así que cuando se llegaba a la entrada sólo se distinguían los tejados de mansiones de hacia veinte años y había que detenerse a fisgar a la de entrada de sus puertas para apreciar que efectivamente eran auténticas casas señoriales. Salvo un par de vehículos no se cruzó con nadie. Llegado a la entrada, tampoco se vio una gran animación: un par de operarios fumaban a la sombra de los arcos de los soportales. Comenzaba a caldear. Llegado a este punto, o se seguía hacia la entrada de la Autovía de Burgos, carretera nacional casualmente desdoblada hasta Alcobendas a mediados de los 60, o se tomaba una segunda carretera de bajada hacia El Encinar, la parte baja de la urbanización y que tal vez podía tener algo más de animación. Pocas alternativas veía y siguió por este camino.