Al Sur de La Moraleja – ROAKS
Septiembre 1972
CAPITULO 5.- … y Madrid era una fiesta
Carmen, la asistenta, escuchó atentamente las indicaciones de su señora cuando esta volvió el martes del trabajo. Habitualmente no se veían, pues esta salía temprano para la Castellana y llegaba tarde, para comer lo que le dejaba aquella preparado todos los días.
- La he pedido que me esperase porque tengo que pedirla un favor. El sábado haremos una fiesta para los vecinos y presentarnos, cómo decirlo, en sociedad. Necesitaría que, aunque no está en su jornada habitual, nos ayudase. Naturalmente la retribuiremos.
La asistenta era bastante joven y la idea de la fiesta le gustó.
- Sin problema, cuente conmigo.
- Gracias. Creo que necesitaremos algún personal de refuerzo. La idea es invitar a las familias americanas de los jóvenes que Jaime ya ha conocido en El Encinar e invitar de alguna forma, no sé cómo, a los vecinos de La Moraleja, aparte de contar con nuestros amigos que también queremos que conozcan la casa. Vamos que creo que será bastante numerosa la fiesta.
- Como refuerzo, le diré a mi tía y su marido que si nos pueden echar una mano. Trabajan ahora en un chalet cerca de la entrada para una pareja de diplomáticos de la embajada americana que están este mes en su país. Créame que tienen experiencia en el tema: llevan quince o veinte años trabajando para los americanos, aquí en la urbanización, y saben organizar estos actos sociales como a ellos les gusta. Con decirle que trabajaron para Ava Gardner, se lo digo todo. Lo único que tal vez vengan con mi prima, es sordomuda y no les gusta dejarla sola. Es una chica muy maja y también será una mano más.
- No sabe cómo se lo agradezco. Hable con ellos y cerramos el trato. Lo que no sé es cómo afrontar es la invitación a los vecinos de La Moraleja. No conocemos a nadie, salvo a la familia Gándara porque Jaime conoce también a su hija a través de los americanos.